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lunes, 30 de noviembre de 2009

El Chaparrillo recupera más del 40% de las aves que llegan heridas

La actividad en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre (CRFS) de El Chaparrillo, dependiente del Servicio de Educación Ambiental de la Consejería de Industria, Energía y Medio Ambiente, crece año a año. En 2008 ingresaron en este “hospital de especies protegidas” 680 animales, la mayoría de ellos aves rapaces.

Esta cifra, según explica a El Día Elena de Prada, bióloga del centro, se incrementará en 2009, gracias, sobre todo, a una mayor concienciación medioambiental de los ciudadanos y a que cada vez más gente conoce este recurso.

Más del 40% de las aves que llegan heridas al Centro de Educación Ambiental El Chaparrillo son sanadas y devueltas a su hábitat natural, gracias al trabajo que llevan a cabo Elena de Prada y la veterinaria del centro, Elena Crespo. Las causas de sus heridas son variadas: disparos en época de caza, electrocuciones, colisiones con vehículos (especialmente en aves nocturnas, como búhos y lechuzas), envenenamiento y, sobre todo, pollos huérfanos que caen del nido en sus primeros meses de vida. Muchos de ellos mueren de inanición.

Lo primero que hacen en el CRFS cuando reciben un ave herida es un chequeo de admisión. Le realizan pruebas y análisis, que envían a laboratorios externos para conocer el tipo y el alcance de las lesiones. Mientras esperan los resultados, aíslan al paciente en una sala de postoperatorio o en una zona de cuarentena, en la que controlan en todo momento la temperatura y los niveles de oxígeno. Cuando lo que sufren las aves son traumatismos, la lesión más frecuente, pasan directamente al quirófano para ser intervenidas.

Una vez que reciben el alta, las aves entran en los voladeros, zonas al aire libre, pero techadas en las que los animales fortalecen su musculación para que puedan volver a volar con garantías en el medio natural. “Es como una sala de rehabilitación de un hospital”, indica Elena de Prada, que añade que allí, además, sueltan presas vivas para que las rapaces aprendan a cazar.

Finalmente, aquellas aves que se recuperan física y psicológicamente vuelven a su hábitat natural. Antes de su suelta, los profesionales de El Chaparrillo les colocan una anilla metálica homologada por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, “para hacer un seguimiento del animal y ver si todo lo que se ha hecho en el centro ha servido para algo”.

A las aves en peligro de extinción, como el águila imperial, la cigüeña negra o la malvasía, y a las catalogadas como vulnerables, como el buitre negro, se les coloca unos emisores con los que se obtiene información por satélite “de todo lo que hace el animal”.

El Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Chaparrillo recibe aves de todos los puntos de la provincia. El último en llegar a este hospital fue un búho real, recogido en Almuradiel; los próximos en salir, dos águilas ratonero y dos búhos chicos.

Por desgracia, no todas las aves que llegan a El Chaparrillo pueden regresar después a su hábitat natural. Algunas no se recuperan del todo de sus lesiones y otras, simplemente, no podrían sobrevivir, “peligraría su vida si se suelta”, explica Isabel Vique, coordinadora de Educación Ambiental de El Chaparrillo.

Estas aves, denomindas “irrecuperables”, pasan a formar parte del Centro de Educación Ambiental, por el que cada año pasan cientos de personas, especialmente escolares, a los que los monitores conciencian y sensibilizan sobre la conservación del medio ambiente y los problemas de estos animales (tendidos eléctricos, caza, venenos...), además de ofrecerles una interesante información de cada una de las especies.

El decano de los “irrecuperables” es un búho real, que está ciego y tiene amputado el extremo de una de sus alas. Lleva en el centro desde su apertura, en 1992, y es uno de los más queridos por los niños. Igual que Frijolito, un milano negro, que tras su recuperación y suelta regresó a El Chaparrillo, “porque estaba demasiado acostumbrado a la presencia humana”.

El observatorio inaugurado en junio de 2008 por el entonces consejero de Medio Ambiente, José Luis Martínez Guijarro, ofrece una de las vistas más bonitas. Desde allí, los visitantes pueden contemplar preciosos ejemplares de águilas reales, calzadas y culebreras, así como buitres leonados y negros. Sobre estos últimos, Isabel Vique subraya que hay que “desmitificar” la mala imagen que sobre ellos se proyecta, sobre todo, en los cuentos infantiles y los dibujos animados. “Los buitres, como cualquier ser vivo, tienen su función en la naturaleza; y si falta un eslabón, todo el mecanismo falla”, recuerda.

Además, el centro cuenta con una sala multifuncional, donde, por las tardes, se realizan talleres educativos y conferencias con los grupos de visitantes.

Fuente: El Día

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