La llegada de miles de grullas comunes a los parques nacionales de Cabañeros y Las Tablas de Daimiel, en la provincia de Ciudad Real, se convierte en un señalado espectáculo ornitológico que concita el interés de curiosos y amantes de la naturaleza.
La observación de las aves se ha convertido en los últimos años en una demanda turística emergente y Castilla-La Mancha en un lugar ideal para ello, debido a la gran variedad de aves que habita en el territorio de forma permanente, más las que llegan en épocas de cría e invernada.
Con la llegada del invierno los humedales manchegos se convierten en el lugar de estancia de las grullas, que, procedentes del norte de Europa, eligen este territorio como área de invernada.
Desde hace unos días, los parques nacionales de Cabañeros y Las Tablas de Daimiel han comenzado a recibir a miles de ejemplares de este ave, que, después de un largo viaje de más de 2.500 kilómetros, han llegado para pasar el invierno lejos de las bajas temperaturas.
Manuel Carrasco, director del Parque Nacional de Cabañeros, explica que la grulla común llega de Suecia, Rusia, Polonia, Alemania, Finlandia y Noruega buscando temperaturas más cálidas y el alimento que les proporciona este territorio.
Carrasco apunta que la grulla es un ave migratoria que en la península Ibérica se la asocia a la llegada del invierno. Sin embargo, en los países de Centroeuropa ocurre lo contrario, se asocia al inicio de la primavera y el fin del invierno, por lo que es conocida como el ave de la buena suerte.
El director de Cabañeros ha indicado que la observación de las grullas en el campo es más recomendable durante los pasos de vuelo. Éstos se producen al atardecer, cuando se dirigen de los comederos a los dormideros; y también a primera hora de la mañana, cuando se mueven de los lugares donde pasan la noche hasta las áreas donde encuentran su alimento.
En concreto, la grulla busca los encinares, los barbechos y los campos de maizales, donde abundan las bellotas, los bulbos, las semillas, los brotes, los invertebrados, o los restos del maíz que ha sido cosechado.
Las grullas pasan la mayor parte del día en los comederos, donde llegan al amanecer, mientras que en el crepúsculo, cuando los últimos rayos de sol caen, acuden a los dormideros que se encuentran en las zonas humedales.
La observación de grullas en el parque nacional y en su entorno es relativamente sencilla; no obstante, es recomendable el uso de prismáticos para tener la seguridad de observar de cerca a los ejemplares.
Carrasco ha explicado que las grullas son un ave fácil de observar e identificar por su plumaje gris ceniza y su gran envergadura, que llega a superar el metro de altura. Asimismo, por su característico vuelo en forma de uve y los atrompetados gritos que emite, tanto cuando vuela como cuando está posada, lo que facilita su localización.
Castilla-La Mancha se convierte en un lugar especialmente relevante para disfrutar de estas aves migratorias, que además de en Cabañeros y Las Tablas de Daimiel pueden ser observadas en otras de las abundantes dehesas y humedales de la región.
El valle de Alcudia (en el sur de Ciudad Real), las lagunas de Alcázar de San Juan y Quero (en La Mancha ciudadrealeña y toledana, respectivamente) y el complejo lacustre de Pedro Muñoz-Manjavacas (entre la Mancha conquense, toledana y ciudadrealeña) son otros espacios naturales donde es posible observar grandes bandos grullas, que ya han comenzado a llegar para pasar el invierno.
Aníbal de la Beldad (Efe)
Fuente: dclm.es
Imagen: Mario de los Reyes
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