SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ORNITOLOGIA DE CIUDAD REAL

Bienvenido al Blog de la Sociedad Española de Ornitología de Ciudad Real.

lunes, 14 de junio de 2010

EL REGRESO DE LAS AVES ACUÁTICAS A DAIMIEL

Fue una visita muy rápida, al atardecer del pasado domingo. Y fue casi como un viaje al pasado. La lámina de agua desbordaba los límites máximos de inundación y encharcaba los caminos periféricos; un manto continuo de masiegas y carrizos cubría las orillas hasta una buena profundidad; un animado bullicio ocupaba todo el horizonte encharcado y los gritos más cercanos se confundían con los emitidos en la distancia; y contra un sol poniente que teñía el cielo y las aguas de violeta, una espesa nube de mosquitos rellenaba con un zumbido agudo, penetrante, todo el espacio, el visual y el sonoro.


Este era el aspecto que presentaban las Tablas de Daimiel desde la orilla, en torno a la represa de tierra que separa los dos sectores en que está dividido el Parque Nacional: las Tablas y las Cañas. Unos niveles de agua y de aves acuáticas que sólo conocía a través de las lecturas de textos antiguos, anteriores a la catástrofe que comenzó a mediados de los setenta.

El aire olía a humedad, apagado ya el aroma acre a turba quemada que contaminó los anocheceres hasta hace unos pocos meses. El telón de fondo sonoro era casi indescifrable, formado por la suma de los gritos de miles de fochas, gallinetas, patos azulones, porrones, rascones, carriceros tordales, gaviotas reidoras, cigüeñuelas, avocetas, martinetes, garcillas bueyeras, fumareles cariblancos... y un coro melodioso y embarrado de ranas comunes, sapos corredores y ranitas meridionales. Por increíble que parezca, en los últimos años este paraíso encharcado ha sido un campo de secano. ¿Dónde estaban refugiados todos estos animales?

Emprendí un paseo por la orilla, sólo unos cientos de metros y sin llegar a pisar los charcos. Pues bien, desde el borde, en la penumbra, pude registrar lo siguiente: el martilleo persistente de un rascón, casi un taladro para el tímpano, que culmina con un gruñido estridente, con una doble vocalización que parece emitida por dos gargantas; los reclamos quedos, nasales, discretos de una gallineta, que también explota en unos ásperos trompeteos; las carreras de las fochas sobre el agua, unos pataleos que hacen temblar a las estrellas reflejadas; los relinchos de los zampullines chicos entre las masiegas, y los mugidos de sus parientes de mayor tamaño, los somormujos lavancos, desde las aguas libres; los suspiros, como de alivio, de un porrón común, un pato que depende de estas lagunas como ningún otro para sobrevivir; los gritos quejumbrosos de los fumareles cariblancos; y el matraqueo cascado de un carricero tordal, un pájaro de los cañaverales, insectívoro voraz, que este año no va a tener problemas de alimento dada la ingente cantidad de insectos que vuelan sobre su cabeza.

Las aguas de las Tablas están tan altas que lamen los campos de cereal. Desde allí llega un emisario de los secanos; vuela y silba un alcaraván.

Y, para completar el paseo, otro emisario, un esquivo habitante de la frontera entre los dos mundos. Un jabalí pasa cerca, entre las cañas y los trigos; hoza, chapotea, gruñe, se da cuenta de que no está solo y escapa a la carrera por el trigal.

Por desgracia no hay que dejarse engañar. Las lluvias de este invierno han batido récords históricos y han inundado todas las depresiones de La Mancha. Pero con el calor volverá la sequía, y con ella los acuíferos exhaustos, los pozos sobreexplotados. Aunque eso sí, al menos por un año las poblaciones de aves acuáticas se recuperarán y nosotros podemos volver a soñar con aquella Mancha encharcadiza que conocíamos por los libros antiguos.

Carlos de Hita
Las Tablas, 6 de junio de 2010

Fuente: El Mundo.

Imagen: Mario de los Reyes

No hay comentarios: