Según informaba la agencia EFE, a las once y diez de la mañana, el ramal de la Tubería a la Llanura Manchega comenzaba a verter en el Parque Nacional. Minutos después, y a falta de la confirmación oficial, el alcalde Díaz del Campo expresaba su satisfacción augurando que, debido a las también favorables condiciones naturales, el encharcamiento rozará el cien por cien en las próximas semanas.
El agua del trasvase ha comenzado a encharcar el Parque Nacional de Las Tablas Daimiel a las 11.10 de este viernes.
El aporte hídrico ha viajado desde el acueducto Tajo-Segura hasta el río Gigüela a lo largo de 60 kilómetros hasta el azud que construido por el Ministerio de Medio Ambiente en Villanueva de Alcardete (Toledo). Desde se ha canalizado a través del gran tubo a la Llanura Manchega por donde ha recorrido 92 kilómetros hasta llegar al Parque Nacional.
Con este trasvase se rubrica el compromiso adquirido por el secretario de Estado del Agua, Josep Puxeu, de encharcar el mayor número de hectáreas posibles de este espacio protegido que en los últimos años ha venido viviendo una situación de "catástrofe ecológica" como en su día llegó a calificar el presidente del Patronato del Parque Nacional, Luis Arroyo.
Durante varios años las Tablas han permanecido prácticamente secas y apenas una decena de hectáreas de las 1.850 que pueden verse inundadas han permanecido con agua.
El agua que ahora ha comenzado a llegar cumplirá con dos claros objetivos, como explicó en su día Josep Puxeu: apagar definitivamente los episodios de incendios latentes de turbas que desde agosto registra el parque y recuperar la biodiversidad que ha caracterizado a este importante humedal.
Volver a conseguir que las Tablas sean lugar de estancia para las aves acuáticas que tradicionalmente han utilizado este territorio como área de invernada, mancada y nidificación es uno de los grandes propósitos que se quieren alcanzar con esta derivación de agua.
Pero el agua no sólo se quiere por ser beneficiosa para apagar el incendio de turbas o para las aves, sino también para lograr la recuperación de la rica vegetación que se encuentra en el parque, como la masiega, las praderas de caráfitos o los limonios, que son tres de las muchas plantas acuáticas que caracterizan este hábitat, considerado de interés prioritario en la Unión Europea.
Los gestores del Parque Nacional han venido trabajando durante los últimos meses en el manejo de la vegetación al objeto de mantener la estructura y distribución de la cubierta vegetal de las Tablas en su estado original, alterada a raíz de las modificaciones sufridas en su red hidrológica los últimos años.
Para ello, entre sus actuaciones, se ha acometido un control de la vegetación, marcada por una excesiva proliferación de ciertas especies que, por su carácter invasor y resistencia a la desecación estacional, constituían un factor de desplazamiento para otras más vulnerables, según explicó en su día el director del Parque Nacional, Carlos Ruiz de la Hermosa.
Los gestores del parque esperan que los efectos de esas actuaciones, junto con el agua que inunda el parque, favorezcan la rápida recuperación de la cubierta vegetal que, tradicionalmente, se podía observar en este espacio protegido.
Los propios gestores se muestran ahora confiados en que el parque recobre su anterior vida durante la próxima primavera, sabedores que el agua, al contrario que otras ocasiones, llegará casi en su totalidad por el tubo al parque nacional y, más importante aún, lo hará en el momento ambientalmente más adecuado.
Minutos después de saltar el teletipo de EFE y a la espera de la confirmación oficial, el alcalde de Daimiel mostraba su satisfacción ya que se podría propiciar un encharcamiento “prácticamente del cien por cien” de la superficie inundable en las próximas semanas.
José Díaz del Campo también valoraba que al aporte de la tubería a la Llanura Manchega ya se suma el pequeño caudal que a través del Cigüela, por el desemboque del río Amarguillo, está entrando en el Parque Nacional. “Ambos factores, y a la espera de que el Guadiana puede remontar el molino de Griñón, nos dejan en una situación que hace tan sólo un par de meses era muy difícil de imaginar”.
En este sentido, y tras reiterar sus felicitaciones a las administraciones competentes a la hora de “cumplir los compromisos adquiridos en el menor tiempo posible”, el primer edil daimieleño espera que el despertar del humedal sirva de acicate al turismo y, por extensión, al resto de sectores productivos implicados en la promoción de Las Tablas y del municipio.
No obstante, Díaz del Campo ha insistido que este hecho no debe hacernos perder el norte y sí servir de revulsivo para implementar la solución gradual y efectiva que representa el Plan Especial del Alto Guadiana.
Además del trasvase por tubería y el Cigüela con el aporte del Amarguillo, el humedal está recibiendo agua por varios de sus costados.
Paralelo al Cigüela corre modestamente el arroyo de la Madre Chica. Más fuerza traen las cañadas que bajan desde la Sierra de Villarrubia cruzando la Dehesa de Zacatena.
Díaz del Campo y el concejal de Agricultura Ramón Ruiz de la Hermosa inspeccionaban este viernes esas centenares de hectáreas ubicados en el noroeste de Las Tablas.
En esa zona ya están encharcando la cañada Lobosa que transcurre al pie de Casablanca y más adelante la cañada del Gato.
Sólo falta el Guadiana Por su parte, el concejal de Agricultura Ramón Ruiz de la Hermosa relataba en Radio Daimiel el punto exacto donde se encuentra el agua del Guadiana a 300 metros del penúltimo molino antes de Las Tablas, el de Griñón.
Poco a poco, el caudal depositado por el Azuer salva los ojos abiertos en el cauce del Guadiana que jalonan la finca de La Peñuela.
Respecto al caudal del Azuer, Ruiz de la Hermosa comentaba que está al mismo nivel que en la tarde del jueves. No obstante, señalaba “se sigue vigilante ya que en el limite del término daimieleño, en la zona del Carrerón, ha caído una importante nevada que de derretirse con las probables lluvias de inicio de semana provocarían una nueva crecida”.
En este habitual informe diario, el edil insistía una vez más en extremar la precaución cuando se visite la ribera del Azuer. “Se van a formar placas de hielo –apuntaba- y eso es muy peligroso. Recomendamos, que siempre se mire desde los sitios seguros, que no bajen a ver donde se pierde el río porque las turbas son esponjas y pueden tragarse cualquier cosa, tanto personas como vehículos.
La máxima precaución a la hora de visitar el cauce del Azuer”. Sumando lo recogido en las últimas horas, el año hidrológico se eleva hasta los 274 litros gracias a los más de 220 litros registrados durante el mes de diciembre y principios de enero.
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