A finales del siglo XIX, el pintor naturalista Abbot Thayer sostuvo la teoría -y llegó a argumentarla en un artículo científico- de que los flamencos habían desarrollado su característico color rojizo para ser confundidos con las puestas de sol. La idea fue de inmediato ridiculizada y el prestigio de Thayer como naturalista se desplomó. Pero lo que aquella teoría dejaba traslucir ha sido universalmente válido: que la naturaleza es, acaso, la verdadera artista. Hoy sabemos que el flamenco debe su coloración al plancton que filtra a través de su curioso pico.
Siempre es un espectáculo contemplar a los flamencos. En las lagunas de Alcázar de San Juan un ejército rosado reposa con sus largas patas hundidas en el agua. A un lado y a otro le acompañan grupos de patos cuchara, fochas, tarros blancos y gaviotas patiamarillas y reidoras. Todas ellas tienen en común su dependencia del agua para sobrevivir. En plena Mancha, los humedales son vergeles de vida para las aves acuáticas, incluso cuando son de agua tan salina como ésta.
"Las especies que tenemos aquí están muy adaptadas", explica uno de los guardas de la Reserva Natural del Complejo Lagunar de Alcázar de San Juan, donde la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife) presentó el viernes su campaña de protección de humedales, Alas sobre agua, anticipando el Día Mundial de los Humedales. "Hay muy pocos seres vivos que resistan esta salinidad", añade.
La vegetación, típica de saladar, bordea las lagunas expuestas al sol. Algunas de ellas están casi secas, visitadas sólo por algún zarapito real. El agua de la lluvia es sólo un aperitivo para la sed insaciable de estas lagunas. Otras, en cambio, se mantienen con "alimentación asistida" gracias a una depuradora próxima a la zona. El contraste es chocante: las reservas de agua naturales están cubiertas de tierra cuarteada; las asistidas, están pletóricas de agua.
"Los humedales son ecosistemas muy frágiles pero muy agradecidos", dice Juan Carlos Atienza, de SEO/Birdlife. "A poco que se interviene, responden". Sin embargo, la mayoría de los ecosistemas acuáticos carecen de un buen plan de gestión pese a que España, precisamente por ser un país por lo general árido, cuenta con zonas húmedas de especial importancia, en la que viven o transitan hasta un total de 150 especies de aves. (Concretamente, un 40% de las áreas declaradas importantes para la conservación de las aves o IBA están relacionadas con humedales).
La gestión del agua ha estado tradicionalmente disociada de la conservación de la biodiversidad. Sin embargo, la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea obliga a que los espacios protegidos que dependen del agua cumplan los objetivos de conservación para 2015. Quedan, pues, seis años de trabajo para salvar los humedales españoles.
Además, la Directiva Marco del Agua está ahora reforzada por la Ley sobre Patrimonio Natural y de Biodiversidad recién aprobada la pasada legislatura, que incluye la creación de las Áreas Protegidas del Mediterráneo del Convenio Ramsar. Así, los conservacionisas de SEO/Birdlife consideran que «es una ocasión única» para cumplir los objetivos.
"Es importante que cada humedal tenga su propio plan de gestión", enfatiza David Howell, responsable de políticas de SEO/Birdlife. "Algunas especies son muy exigentes con la vegetación y necesitan determinadas plantas para anidar, o lo son con la alimentación ya que dependen de determinadas especies de peces. "Los planes tienen que reconocer las necesidades de cada uno", puntualiza.
Al fin y al cabo, los humedales también son los acuíferos de uso humano, fuentes de agua de un valor incalculable que sin embargo en numerosos casos se están dejando perder. Es el caso de las Tablas de Daimiel o el Delta del Ebro, "paradigmas de insostenibilidad porque va a costar miles de millones de euros recuperarlos", en palabras de Howell.
Tana Oshima Alcázar de San Juan (Ciudad Real)
Fuente: El Mundo.
martes, 3 de febrero de 2009
Objetivo: salvar la España húmeda
Etiquetas: Humedales, Ley de Patrimonio Natural, SEO/BirdLife
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