El número de ejemplares de águila imperial ibérica, Aquila adalberti, sigue aumentando paulatinamente en Segovia. El dato es muy esperanzador por tratarse de la provincia que constituye el límite norte de la distribución actual de la especie.
La cifra de parejas censadas en Segovia durante 2008 ha sido de 16, una más que en 2007, y han conseguido sacar adelante a 30 pollos. “La productividad ha sido muy alta”, resume Javier Oria, asesor técnico de la Junta de Castilla y León. De hecho, aunque en números absolutos hay provincias españolas que presentan una cifra mayor de pollos volados, en ningún caso superan a Segovia en cuanto a productividad (cerca de dos ejemplares por pareja).
¿Qué factores influyen en esta productividad?. Para Oria, resulta “fundamental” el ‘plan de alimentación suplementaria’ impulsado por la Junta. Así, se colocan conejos (aproximadamente un ejemplar diario por cada pollo) en los posaderos utilizados habitualmente por las águilas. Con esta medida se evita, en gran medida, el cainismo entre las crías, provocado por la falta de disponibilidad de alimento.
El aumento de la población es, en opinión de este experto, “un asunto más global”, ya que para su consecución se requiere la implicación de diversas administraciones, que deberían estar dispuestas a adoptar medidas para la conservación de la especie.
“Mientras son jóvenes, las águilas se desplazan hasta territorios lejanos, con los peligros que ello conlleva, como riesgo de electrocuciones o de veneno en el campo”, explica Oria, para el que “las actuaciones que decida tomar una comunidad autónoma no solamente afectan a ‘sus’ águilas, sino también a otras que pasen por allí”.
En cualquier caso, este experto está satisfecho con respecto a la menguante incidencia de electrocuciones y venenos. “La modificación de los tendidos peligrosos contribuyó a aminorar la mortalidad, y con respecto a los venenos, las águilas no están siendo muy afectadas en Segovia”.
Desde la Sierra de Guadarrama, las águilas imperiales se han esparcido por otras zonas, estando ya presentes en la campiña y en Tierra de Pinares. “Su presencia suele estar ligada a la del conejo; si no tiene presas que comer es complicado que acabe haciendo nido”, advierte Oria.
De cara al futuro, y en contra de los que piensan que la población de águila imperial ha tocado techo en Segovia, Oria defiende la idea opuesta, recordando que hace menos de una década, en 1999, el número era la mitad del actual (8 parejas).
“Hay hábitat disponible para la instalación de nuevas parejas, pero se necesita que conserve las mínimas condiciones necesarias para albergar águilas. Si embalses y urbanizaciones se permiten justo en las mejores zonas de monte de encina, como hay casos en los valles del Voltoya y del Moros, ese hábitat se perderá”, dice.
El progresivo crecimiento de la población no hace olvidar a Oria que la especie sigue estando en peligro. “Ahora existen en la Península cerca de 250 parejas, y se necesita el doble, 500, para asegurar su viabilidad”.
En cualquier caso, la evolución va “por el buen camino”. El censo realizado en 1999 revelaba la existencia de 132 parejas, cifra de la que se pasó a 152 en 2001 y a 187 dos años después. Por si era poco, en 2005 se rompió la barrera de los doscientas parejas (206) y la tendencia no ha variado.
Uno de los momentos críticos de la vida de las águilas es el de su etapa de dispersión. Sobre finales de septiembre, cuando ya han aprendido a volar, las jóvenes águilas inician esta fase, en la que se trasladan a centenares de kilómetros, llegando incluso ejemplares nacidos en Segovia a Doñana.
Para Alberto Madroño, del programa de conservación del águila imperial de SEO/Birdlife, “resulta lamentable” la existencia de “sumideros” donde se da reiteración en el envenenamiento o electrocución, muy frecuente en algunas de las zonas de dispersión juveniles más importantes, por ejemplo los valles de los ríos Tiétar y Tajo (centro peninsular), Campo de Montiel (Ciudad Real), Andévalo (Huelva), y Medina Sidonia (Cádiz).
En este sentido, Oria ha destacado los “buenos resultados” logrados como fruto de acuerdos con propietarios de fincas con águilas, en virtud de los cuales se compatibiliza la protección de la especie y la explotación de los recursos naturales de la parcela.
Fuente: El Adelantado.
Imagen: José Guzmán.
Fotografía: SEO/BirdLife
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